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Coronel de Infantería de Marina: “Aún quedan muchos tesoros por descubrir”

Para profundizar un poco más en la historia de los piratas, en este podcast para niños, decidimos consultar a José Cánovas García, Coronel de Infantería de Marina y Secretario del Instituto de Historia y Cultura Naval de España.

 

Con él hablamos, entre otras cosas, de cómo eran los piratas y si de verdad enterraban sus tesoros como hemos visto en numerosas películas o leído en infinidad de novelas.

 

Las historias de piratas siguen fascinando a niños y mayores, pero ¿hasta qué punto es verdad lo que leemos o vemos en el cine?

 

Los piratas del cine no son como los reales. En el cine los piratas son jóvenes, intrépidos, caballerosos, como un “Robin Hood de los mares”. Roba a los ricos y ayuda a los pobres. Siempre nos enseñan a un pirata romántico.

José Cánovas García, Coronel de Infantería de Marina

Además, los piratas en las películas son simpáticos, inteligentes, carismáticos y, sobre todo, ingeniosos. Siempre salen ganando, porque son más listos que nadie. Además, estamos tan convencidos de lo que nos dicen las películas, que cuando nos queremos disfrazar de piratas para alguna fiesta nos fabricamos una pata de palo y nos ponemos un loro sobre el hombro, como el que aparece en la novela “La Isla del tesoro” y, como en la novela, al loro lo llamamos “Capitán Flint”.

 

Otra cosa muy chula es que los piratas utilizan un lenguaje marinero, dicen palabras raras como “apareja a virar por avante”, “ganando barlovento”, “mirad a sotavento” o “tensad las jarcias“. Son frases incomprensibles para los que no son marineros. Por ejemplo, con esta frase: “Voy a saludar al capitán de jardines en la amura de babor a sotavento”, esa persona lo que está diciendo es que se va un momento al cuarto de baño, que está en la parte delantera y a la izquierda del barco.

 

El pirata de verdad no es el de las películas. El pirata de verdad es un ladrón, que le roba a los demás. Lo hace desde un barco en medio de la mar, por eso se llaman piratas, pero es un simple ladrón. Cuando ataca al comercio marítimo general, es decir, a cualquier país, además de producirles pérdidas de dinero importantes, en ocasiones, los piratas también te quitan tu libertad, te convierten en su prisionero y si no haces lo que te piden te amenazan y a veces te quitan la vida. No, los piratas de verdad, no son como en las películas.

 

Los piratas que atacan a los buques, por lo general tienen una buena idea de lo que buscan debido a que ahora utilizan los ordenadores en Internet. Buscan en las bases de datos de las empresas navieras por dónde se mueven los barcos y mediante hackers, a los que ahora llamamos “piratas informáticos”, pueden saber dónde está un barco y atacarlo. Por eso es muy importante proteger la información que tenemos en los ordenadores.

 

Sí es verdad que los piratas que aparecen en las películas están basados en piratas que vivieron de verdad. El pirata Jack Sparrow de la película “Los piratas del Caribe”, en realidad se llamaba Calico Jack Rackham y le gustaba usar ropa asiática muy extravagante.

 

¿Por qué han despertado siempre tanta fascinación los piratas?

 

Mantenemos la figura romántica de los piratas. Nos recuerdan a gente valiente, que hacen lo que quieren, sin trabajar, sin estudiar y bebiendo ron, todo el día. Empezamos leyendo historias de piratas con “La isla del tesoro” de Robert Louis Stevenson, que nos presenta al pirata Long John Silver, con su pata de palo y su loro en el hombro y ahora vemos las películas de “Piratas del Caribe” con Jack Sparrow y no sólo películas, también series en televisión, en cómics y por supuesto en los videojuegos.

 

La piratería existe desde siempre. En la más lejana antigüedad, los pueblos del Mediterráneo (fenicios, griegos) se dedicaban a la pesca y al comercio marítimo con otras ciudades vecinas. Ya entonces había grupos de bandidos que con barcos más rápidos, que los que tenían los mercaderes, les atacaban para robarles todo lo que llevaban en los barcos.

 

Los piratas al principio no eran considerados criminales. A los ladrones del mar la gente los respetaba porque eran buenos navegantes, eran hombres de negocios ricos y también luchaban para defenderse. Los piratas, es decir, los ladrones del mar, eran comerciantes, que conseguían la mercancía para venderla de una forma poco legal.

 

Siempre presentan a los piratas como fieros, violentos, que les gustaba robar y tener riquezas. Pero la fascinación no sólo viene de los piratas, sino de dónde trabajaban. Trabajaban en la mar. Los marinos no decimos el mar, decimos la mar, en femenino. La mar es imprevisible.Nunca sabes lo que te puede pasar y eso produce miedo y admiración. En Robinson Crusoe vemos la aventura de un náufrago primero en la mar y luego en una isla. La ballena blanca Moby Dick nos muestra la vida de los marineros, la vida a bordo, los peligros de la mar (tormentas, naufragios) y los viajes científicos, que todavía se hacen, por ejemplo, a la Antártida.

 

Algunos piratas llegaron a ser importantes. El pirata Barbarroja fue gobernador de Jamaica. Barbanegra fue el pirata más famoso y más temido. Drake fue un pirata apoyado por la Reina de Inglaterra. A estos los llamaban corsarios y Drake fue considerado un héroe en su país.

 

Como anécdota os diré que el último pirata conocido de esa época fue Benito Soto Aboal.  Es conocido como el último pirata del Atlántico y nació en Pontevedra, en 1805, y con sólo 20 años ya le tenían miedo. La verdad es que saber que el pirata era de Pontevedra, a mí eso sí me parece fascinante.

 

¿Cómo eran los piratas? ¿Hubo piratas buenos?

 

Los piratas eran ladrones del mar. Robaban a todos sin importar a que país pertenecían los barcos. Cuando los piratas estaban apoyados por algún gobierno se llamaban corsarios y cuando trabajaban en el Mar Caribe se llamaban bucaneros y filibusteros.

 

Los piratas eran gente de mar. Muchos habían trabajado durante muchos años en los buques mercantes y buques militares y no los trataban bien. Vivían una vida muy dura. Eran marineros que pasaban hambre, les castigaban, cobraban poco dinero y soportaban una disciplina muy dura en los barcos. Los trataban como ganado. Morían muy jóvenes y muy pobres.  Muchos no querían seguir viviendo esa vida y se volvieron delincuentes, es decir, no acataban las leyes y se dedicaron a robar.

 

Cada vez eran más. ¿Por qué? Porque cuando los barcos piratas atacaban a los buques mercantes o comerciales, sabían que tenían esclavos y cuando los piratas ganaban la batalla les ofrecían cambiarse de bando y se hacían piratas para sentirse libres y para ganar más dinero. Parecía que ser pirata estaba muy bien, pero la realidad es que para vivir cuando eres pirata tienes que robar y eso ya no está tan bien.

 

Los piratas eran muy crueles. Eran unos personajes, que si bien eran temidos en su época,  a vuestra pregunta de si había “piratas buenos” os diré que no existió ninguno y si hubieran existido los demás los habrían hecho desaparecer rápidamente.

 

¿Es verdad que los piratas enterraban sus tesoros? ¿Hay alguno aún por descubrir?

 

Cuando pensamos en tesoros de piratas siempre nos imaginamos un mapa con una cruz, que marca el lugar donde se encuentra enterrado un cofre lleno de joyas y perlas.  Los piratas no enterraban sus tesoros, porque los tesoros verdaderos de los piratas solían ser alimentos, agua, armas, ropa, instrumentos de navegación, ballestillas, astrolabios, cartas náuticas, aparejos marítimos, barriles de ron, es decir, todo lo que se encontraban en las bodegas de los barcos que atacaban. El botín.

 

Una cosa que apreciaban mucho era la sal. La sal era un producto de bajo precio, pero de enorme valor estratégico, puesto que los barcos la necesitaban para mantener la comida sin que se estropease. En esa época no había frigoríficos para mantener la comida y se conservaba en barriles de sal, tanto la carne, como el pescado. Además, los cocineros fabricaban mantequilla y queso cuando tenían sal.

 

Cuando hablamos con historiadores navales, todos coinciden en que los piratas raramente ocultaban sus tesoros. Eran más dados a gastarse todo el dinero en alcohol y en hacer apuestas y en divertirse con mujeres, porque como siempre estaban luchando, no sabían si su próximo viaje sería el último.

 

A pesar de lo dicho sí existieron algunos piratas que decidieron enterrar riquezas capturadas de forma ilegal, por ejemplo, el capitán William Kidd, en 1699, tocó puerto en una pequeña isla cerca de Nueva York y enterró oro y joyas de abordajes. Pero no era lo normal.

 

Me preguntáis si queda algún tesoro por descubrir. Sí. Muchos. Todavía quedan muchos barcos hundidos a lo largo de la costa americana y algunos de ellos con tesoros. Ahora mismo, en el Museo Nacional de Arqueología Subacuática de Cartagena hay una exposición que muestra al público el tesoro de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes. Este tesoro, lo encontró una compañía de cazatesoros americana en el fondo del mar. Cuando demostramos mediante nuestros Archivos del Museo Naval, que el tesoro que encontraron, pertenecía a un buque español, que se hundió en 1804, nos lo tuvieron que devolver.

 

¿Quién se queda con el tesoro cuando se descubre hoy en día?

 

El artículo 352 del Código Civil español dice: Se entiende por tesoro, para los efectos de la ley, el depósito oculto e ignorado de dinero, alhajas u otros objetos preciosos, cuya legítima pertenencia no conste, es decir, que no se sabe quién es el dueño.

 

Hay acuerdos internacionales para determinar quién se queda con un tesoro cuando se descubre. Como no podía ser de otro modo, dependiendo de lo que se encuentra, dónde se encuentra y cómo se encuentra, se aplicará unas leyes o se aplican otras. Es un problema muy difícil de resolver, pero no imposible.

 

Por ejemplo, si el tesoro está en un barco hundido, el dueño original de la embarcación tiene un derecho sobre el tesoro. Pero claro, tienes que demostrar que el barco es tuyo y a lo mejor se hundió hace 400 años. ¿Cómo lo demuestras? Pues enseñando documentación de tus archivos. Por eso es tan importante mantener tus archivos ordenados y no es tarea fácil.

También tiene derecho el país en el que está el barco hundido, porque está en sus aguas territoriales, es decir, está en su casa. Pero un barco es un pedazo de tu país. Un pedazo de tu casa. O sea que tienes un pedazo de tu casa hundido en la casa de otra persona. Vaya lío. Para estas situaciones utilizamos a los abogados de los países para resolver estos problemas. En el caso de la Fragata Nuestra Señora de las Mercedes tardamos cinco años en resolver el problema. Está claro que cuando aparece un tesoro, todo el mundo quiere quedarse con el tesoro.

 

Para terminar, quiero recordaros algo que es más importante: el que tiene un amigo tiene un tesoro.



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